Confesión

No sé si les pase a muchas personas, pero a mí me cuesta mucho caminar por la calle o permanecer en el transporte público aparentando normalidad. Si voy solo, de pronto empiezo a platicar conmigo mismo, me desdoblo y me planteo ideas que voy negociando como si otro yo de veras me contestara, haciendo gestos y ademanes y hasta enfadándome si no llego a las conclusiones que espero. Lo malo es que no es intencional y cuando me doy cuenta, ya tengo la mirada alarmada o sorprendida de alguien sobre mí.
Y es peor cuando voy con el Spotify. Yo no sé cómo hacen los demás para contenerse si están escuchando Toxic de Britney o Closer de Nine inch nails. En serio, ¿cómo evitan mover el cuerpo con esos beats? A mí me hierve la sangre si trato de permanecer impávido como momia. Entonces me resigno a que si alguien se me acerca es probable que me oiga decir "Don’t you know that you’re toxic" o "I wanna fuck you like an animal" con mi expresión más electrificante y sensual (supongo que resulta un poco más inquietante cuando voy enfundado en mi disfraz de Godínez).
Y sería menos penoso si el resto de la gente se dejara llevar por ese impulso más de vez en cuando y me hiciera compañía. En el fondo me imagino que esa será la seña precisa que me indicará que he encontrado al chico indicado: un copete negro se agitará al compás de Head over heels de Tears for fears recargado en la esquina de un vagón del metro. 

0 anotaciones motivantes: