Nombrar el amor siempre ha sido complicado para mí. Hacer el amor, Mi amor, Te amo, entre otras frases, salen poquísimas veces de mi boca hacia mi pareja. Hay algo dentro de mí que las encuentra insondables, irreales y desbordantes para casi todas las ocasiones.
La historia de Omi en Memorias de una máscara me puso de nuevo frente a esta reflexión, sobre todo el fragmento siguiente:
"En ese instante, nos miramos a los ojos. Fue realmente un instante. En su cara había desaparecido toda traza de burla y ahora estaba impresa una expresión extrañamente sincera. Había en su gesto vibrante algo intenso y puro, algo indefinible que no era ni hostilidad ni odio. Tal vez eran puras imaginaciones mías. [...] Pero lo que supe es que Omi se dio cuenta de que yo estaba enamorado de él y sólo de él. Se dio cuenta por mi mirada fugaz clavada en sus ojos y por el temblor, poderoso y súbito como un relámpago, que había recorrido los dedos de los dos."
A lo largo de mi vida tal vez sólo me haya encontrado con un trío de Omis con los que haya podido compartir un efecto de reciprocidad amorosa. Asumo que en todos los otros no ha habido sincronía honesta: mientras yo experimentaba momentos de amor, ellos no y al revés. El amor recíproco es perfección, pero la perfección sólo puede durar instantes. Quisiéramos prolongar esa sensación hasta el fin del tiempo, pero creo que sólo nos engañamos. La verdad es que el momento de ardor sólo puede ser alcanzado, como lo describe Mishima, como un relámpago. Podemos incluso escuchar el trueno que le precede, pero éste es sólo su efecto: el momento ideal ha pasado ya y no volverá a repetirse.
Aquí me asaltan afirmaciones que he escuchado, como que el amor es una duración o el amor se cultiva y me parece que me equivoco al asemejar al amor con el arrebato. Sin embargo, me convenzo pensando en que lo intenso no puede ser durativo y que el amor no puede ser tenue.
Al final, tampoco quiero terminar escribiendo un desencantamiento sobre el amor. Como el relámpago, el amor enceguece, retumba, se expande, quema, destruye... en síntesis: se reitera, deja secuelas. Según lo que he dicho, no son amor éstas, aunque se le parecen en complacencia, pero sí son lo que llamamos estar enamorado.
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Hace 1 hora
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