Una delgada línea

Él era alto como un roble, y no podía esconder su deseo. Ella era pequeña, y en la amplitud de sus caderas podía inscribirse un niño bueno y sano. Costeños, acostumbrados al oceáno, de todos modos no dejaron de maravillarse de las humedades y las sales, de la tibieza y la infinitud. Jóvenes, de todos modos se sintieron presos de una emoción primitiva y antiquísima. Buenos, de todos modos entendieron que habían abierto la puerta y perdido a propósito la llave.

1 anotaciones motivantes:

Banjú -el memorioso- dijo...

cochinos

u_ú

*envidia