Llegó a la oficina y ya estaba estresado. Encendió la computadora y se puso a trabajar sobre nóminas e inventarios, con la rutina maquinal y lo amargo del café todavía en la boca (pensó, por asociación, en una herrumbre vieja y en él como en un instrumento metálico del sistema, deslucido y oxidado).
Sentía que debajo de cada uno de los números que pasaban sobre la pantalla brillante, en hileras ascendentes e interminables, iban quedando sepultadas sus ideas, poco a poco, sofocándose. Entre las rejillas de cada una de las tablas ordenadas y perfectas que nadie revisaría se le escurría el tiempo.
No pudo más, trató de no pensar en las consecuencias y, en un arrebato, tomó el maus con convicción y lo dirigió a su objetivo. Sin embargo, no dejó de temblarle la mano mientras pintaba de verde un seis, en la columna de insumos.
Se sintió tan contento.
‘El parto de los montes’ (1)
Hace 11 horas
5 anotaciones motivantes:
es lindo cuando las pequeñas cosas son capaes de grandes diferencias...te quieroooo
uyy ke rudooo.. jajaja xD ...me encnatò como escribiste maus, jojojo, buen toke
Jijoles!!!
Que barbaro. ^^
Saludos!!
Sin lugar a dudas buen toque Mexicoide el de: Maus ;)
jejej yo pensé... "le va a picar a una página porno"...
Shale...
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