Diálogo entre una abuela y una libélula

Dicen que las conversaciones de amigos se disuelven mejor en tazas de café, no entendida esta disolución como una aniquilación paulatina; al contario: como una especie de fluir tranquilo, cremoso y cálido.

un italiano

Eme, de la nada, invitó una viejita encopetada (la otra vez, a un corazón caprichoso -que también quería ser nalgas-). Yo me porté soez '¿cómo así de pronto, si ni sus luces, si ni su historia?, no la veo'. Sucede que esta mujer venerable no nos miraba, pues estaba vuelta de espaldas, pero Eme supo reconocerla y le pidió que nos regalara una de sus historias. Fue entonces cuando sus facciones se hicieron evidentes, moño incluido. Yo suspiré.
Terminó contándonos todo: que un hombre a nuestras espaldas (desde un balcón), que una futura canadiense con familia iniciada en J, que el hombre ya no a nuestras espaldas, y Johnny merodeando por allí, con el estandarte en la retaguardia, pero sin mi encargo. Fue demasiada revelación. Nos pusimos nerviosos y nos contemplamos. Eme bebió.
Pero el oráculo final ya no la concedió la viejita (pues decidió irse alejando aun cuando en su taza quedaba más de la mitad del café -tal vez le contagiamos nuestra conmoción-), ésa me llegó a mí, ligera, brillante, clara y simétrica: la libélula.
Y me dicen: ¿cómo se entiende a ese insecto como la seña inconfundible que anuncia destino fatídico? Yo digo: ¿y cómo no?
Tuve que matarla dulcemente.







3 anotaciones motivantes:

vanto y vanchi dijo...

Gracias por pasarte por mi espacio, y claro que no me enoja el que me hayas linkeado...de hecho, yo tambi�n lo har� pa que estemos a mano.

Me gusta tu espacio, sobre todo por las encuestas...jam�s lo hab�a visto en un blog, jeje.

Saluditos desde Chiapas!!

Mme. Carroll dijo...

Ayer vi una libélula, besó su cola, me besó y caí en mi cama. Ojos muertos. No sé qué me pasa.

Esponjita dijo...

¡Dios! Medio me dió miedo eso de la libélula, aunque la verdad ya no entendí si la viejita estaba contando historias secretas de otra gente, o qué.
Yo, en ese sentido, le tengo más miendo a las mariposas que a los simpáticos caballitos del diablo.
Aunque claro (me quedé pensando) falta que lo de la libélula sea una alegoría de algo.

la esponja volativa