Acabo de recordarlo. A los 17 años casi recién cumplidos, cuando llegué por primera vez a Puebla para entrar a la universidad, una cabellera pelirroja que se paseaba por la facultad de Físicomatemáticas me hechizó, pero en cuanto vi que sólo era la bella corona de una mujer totalmente espléndida, me pasmé. Primero descubrí su sonrisa (también enmarcada por labios rojos que modulaban una risa agradable, suave y bonachona... lo contrario de la mía); después noté sus ojos amables; y finalmente oí su voz inteligente, sensual y valerosa, que salía de una garganta siempre enfundada en un lindo rebozo verde. Entonces, me planteé esa posibilidad: tal vez pueda enamorarme de una chica... ¿eso sería bueno o malo?
Intenté acercarme a ella de una forma "romántica" y hasta tuve cierto éxito porque me convertí en un amigo cercano de inmediato. Sin embargo, mis compañeros varones estropearon un poco el encanto cuando señalaron (y ni siquiera de una manera grotesca) la voluptuosidad del cuerpo que contenía a ese portento. Era cierto: aquél ser humano extraordinario estaba acompañado de un cuerpo extraordinario también... pero era un cuerpo femenino. Esa idea me incomodaba, y esa incomodidad me entristecía. Podía haber jurado que estaba enamorado de esa chica, pero en cuanto su desnudez potencial se revelaba en mis imaginaciones, todo se venía abajo y ya no resultaba encantador. ¿Por qué esa pelirroja no era sólo un estado latente, como en Ranma Saotome, y podía convertirla en un chico cuando quisiera? ¿Por qué no podía convertirme yo, si la quería? ¿Por qué el chico que entrenaba en una cancha cercana tenía que recordarme en cada gota de sudor que descendía por sus pectorales la verdad que quería evadir?
Observaba al resto de las personas con cierto celo, sobre todo a las parejas felices que se formaban (y deshacían) con tanta presteza. En ese momento no sabía todo lo que vendría: me dan tantas ganas de poder mandarle un mensaje a ese Leonardo entusiasmado y decirle: todo estará bien, pero debes ser muy paciente, nos van a pasar un montón de cosas más, la cabellera pelirroja será después una cabellera morena, pero de cabello corto (y una de ellas le pertenecerá a una Mariana, de la que hablaremos después).
Invierno 2024-25: Inicio astronómico (3)
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