No sé, uno nace donde se puede, con ese "se" utilizado con toda intención de impersonalidad. Cuando una madre va a dar a luz, por más escaneos sofisticados que haya hecho de los genes y el fenotipo de su criatura, la verdad es que siempre da a luz a un quién sabe quién, no da a luz a un "alguien" con intención, da a luz a un cuerpo y tal vez a un ideal, pero seguramente no a una persona; y del otro lado, lo mismo, ese que nace no tiene ninguna voluntad de encontrarse con el mundo, simplemente tiene que conformarse con esa confrontación porque no le queda de otra (lo que no descarta que pueda quedar enormemente satisfecho, desde luego, como los conejitos de Cortázar). Entonces uno es, de pronto, quién sabe en qué momento previo o posterior al parto (aunque Vigotsky nos propone algo más concreto).
Yo decidí hacerme el enterado de mi ser del día de hoy, cuando un cúmulo de experiencias sincrónicas me han recordado que la esencia del "ser" está en el tiempo. Que no se puede ser sin transcurrir, sin proceso, que no se pude ser sin dejar de ser, que, al fin, uno nunca es porque nunca se puede ser una cosa acabada, porque en el transcurso de esta oración nuevas células habitaron mi cuerpo y otras murieron (y algunos mosquitos pusieron algo de su ponzoña en mí), porque la única constante es el cambio, porque el río no existe. Hoy no soy. Nunca seré.
Invierno 2024-25: Inicio astronómico (y 4)
Hace 6 horas
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