Argumento del hombre alto

En la noche, a punto de entrar al territorio de los sueños, a Raneo se le apareció el hombre alto. Lo señalaba desde sus dos metros y medio de estatura, desde su constitución robusta, como de robot. Raneo sentía que en cualquier momento aquel hombre iba a inclinarse para tomarlo y transportarlo a un sitio terrible.
Por el miedo, o simplemente por ser un niño débil de siete años, Raneo se sintió infinitamente fatigado y, entre temblores e intentos de no perder la conciencia, se quedó dormido.
Al día siguiente, mientras repasaba el hecho durante sus juegos infantiles, se preguntó cuál había sido exactamente la causa de su temor. Nunca había visto a ese hombre, cierto. ¿Pero era necesariamente malo por desconocido? Tampoco había visto a sus padres antes de nacer. ¿También les había temido? ¿Por eso lloran los bebés?
Jugó un poco más. Iba amontonando piedritas, palos y maderas, para armar un castillo: en eso consistía su pasatiempo favorito. Así también se iban apilando las ideas en su mente. ¿Qué hubiera pasado, pensó, si hubiera llamado a su madre? La figura seguramente se habría desvanecido. ¿Entonces la figura se aparecía para que Raneo llamara a su madre? ¿Se inventaba un miedo para pedir auxilio de alguien superior? Recordó que lo que le preocupaba era el sitio adonde el hombre alto quisiera llevarlo. Era la incertidumbre de no saber lo que estaba del otro lado la causante de su miedo. Pero, después de todo, era un juicio a priori, determinó la mente infantil, en infantiles términos. ¿Era simplemente que resultaba cómodo sentirse débil para necesitar protección? El sitio indómito seguiría ahí, con o sin auxilio. ¿Era un dulce paliativo pensar en un poder capaz de rescatarnos?
Esa misma noche, Raneo jugó a mentirse. Convenció a una imaginaria madre para que durmiera con él. Dejó, para darle credibilidad al ritual, el espacio donde ella cupiera. Trató de no moverse mucho antes de quedar dormido para no incomodarla. Cuando sintió que el sueño lo vencía, dio las buenas noches. Su última sensación antes de perder la vigilia, fue la tranquilidad de haber ahuyentado al hombre alto y de que esa evidencia le hubiera permitido resolver sus preguntas.

1 anotaciones motivantes:

Sybila dijo...

Bien bien bien... me gusta mucho la voz del narrador. "un planteamiento a priori, en infantiles términos".

Tus textos son como hilos que uno tiene que ir desenredando, tienen un grado de complejidad que, al desmarañar -a veces no del todo- resulta muy placentera.

Te mando besos.