Imitador

-Describa eso que llama constantes ataques nocturnos de ansiedad.
-Bueno, creo que es bastante obvio, me dan ataques durante la noche, de ansiedad; es decir, me sudan las manos, me muevo en la cama, a veces tengo la urgente necesidad de prepararme un sandwich... esto no ocurre muy a menudo porque siempre he tratado de no alterar mis hábitos alimenticios, sí, usted sabe, con las cosas que uno ve en todas partes, y que cada vez estamos más obesos, jeje... pero bueno, eso no interesa... ajá, le decía, otras veces salgo a contemplar la luna, las estrellas, en la noche tranquila de mi casa, ve usted, cuando es posible, desde luego, porque ya sabe con esta ciudad tan terriblemente iluminada, con el constante ir y venir de los coches. Creo que era cuando no podía salir que me enervaba cada vez más, y me era casi imposible arrebatarme del cuerpo las hondas ganas de morderme las uñas.
En los ojos del psicólogo brilló la humedad de la intelección. Iba a continuar con su cuestionario, pero el hombre lo interrumpió.
-Y no es, sabe, allí donde termina. Bueno, definitivamente usted lo sabe, no estaría yo aquí si no... jeje... aunque la situación fue de verdad inusual, debo decirlo. Laura no se despertó cuando yo me levanté a mirar las estrellas. Cuando no las encontré, en ese rellano iluminado por la luz de afurea, decidí que a cambio del sandwich un vaso de leche podía caerme bien. No ya estando cerca del refrigerador, recordé que mi mujer había utilizado el último cartón para preparar un pay que quería ofrecer al día siguiente a sus visitas. Entonces pensé en el televisor, fui a prenderlo, en la sala, sigilosamente porque no quería depertarla, y estaba este programa extraño y aburrido, seguro que no lo ha visto usted tan tarde, donde sale este hombre extraño, de sombrero. Hubo un gesto, un movimiento extraño que hizo con las manos... bueno, ahí fue donde empezó todo. Yo lo atribuyo a la hora, y al hecho de que necesitaba descansar en serio porque el día no había sido suficientemente bueno. Fue como si solamente me la imaginara, ahí, frente a mí, y quisiera repetir lo que exactamente había visto en la televisión, ese movimiento extraño... y bueno, el resto no puedo explicarlo sin que suene a locura: mis dedos en su cuello, su desesperación unida a ese sopor del sueño apenas roto, mi reacción al notar que de verdad tenía a mi esposa frente a mí...