No me importó

Entre polvo y hastío llegué a la ciudad de Puebla. El día de los enamorados a veces llega a enfermarme, casi literalmente. Uno nota en esos momentos lo caprichosa que es la mente, y cómo una idea negativa se trae al resto de los pensamientos depresivos. El resultado fue que llegué a la reunión de amigos y amigas verdaderamente disgustado ¡por todo!
Pero mi molestia se evaporó casi enseguida, después de un par de tragos y tener el estómago lleno, las anécdotas de los compañeros, las fotografías, el par de francesas que no comprendían por qué las papas que comíamos cargaban el nombre de su patria a cuestas, el juego del algodón de azucar (tipo la dama y el vagabundo)... y finalmente Sweeney Todd al lado de San. (¡Qué terribles e inoportunos son los defectos a veces!). Entonces ya nada me importó, ni siquiera cargar a Marie en mis piernas (son ligeras las francesas), o ausentarme de una clase, o el clima, o la cuenta...

bueno, eso último sí me importó.

Por más empalagosa que se escuche esta frase, quiero darles las gracias a todos mis amigos por hacer que mi vida sea mucho menos simple. ¡Los quiero tanto!

[con todo el corazón, con todo el corazón]