Los listones de un vestido

Abajo, el diminuto perro pasaba, una y otra vez, por entre un par de pantorillas enfundadas en unas calcetas a rayas, pues uno de los múltiples listones del vestido de su dueña era muy astuto y no se dejaba atrapar. A punto de gruñirle estaba, cuando la irrupción de una mano inesperada le frotó la cabeza; esto lo irritó profundamente, pero su altura no fue suficiente para alcanzar a moderla. Fue ese hecho el que lo detonó todo, pues en ese momento, algo como una reminiscencia de una condición anterior, en la que se veía a sí mismo provisto de manos y una estatura apropiada, un tono de voz severo y un porte que irradiaba seguridad, le hizo confrontar sus limitaciones.
Un recuerdo como éste en un ser humano (que suele ocurrirle en sueños, durante la fase REM o incluso en la vigilia), se habría resuelto en un chasquido de la boca, una reflexión peripatética en la cocina, la necesaria preparación de un sandwich de medianoche, acaso encender la televisión. Pero en el perro no halló escapatoria, así que poco a poco se convirtió en un sentimiento semejante a la frustración que se hacinó en su corazón desprovisto de inteligencia.

4 anotaciones motivantes:

Esto que estás leyendo ya no soy yo. dijo...

Oh, nunca había pensado en eso, qué triste. Espero que a perrito Tobía nunca le pase...U_U

beno dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
beno dijo...

cof, cof... unos cuántos errores...
cuánta crueldad, un poco más y escribes "a sangre fría"!!



Todo por pensar "no me voy a equivocar como san en los coments"
chingao!

Leo Ávila dijo...

San: Oh no no, que no le pase.
Bno: jajajaja, bueno, pretendí que sonara irónico, no tanto cruel.