Hacia atrás

También el tiempo se ha detenido para ver, mientras se disipa el polvo. Debajo queda la estructura demolida; muchos de los arbustos secos que bordeaban el camino yacen desmenuzados sobre la carretera (porque efectivamente parece que una mano gigantesca se hubiera dedicado a esparcirlos).
Antes, giros. Una estructura móvil de varias toneladas obedecía a la ley de la inercia: no se detenía de súbito. Si se hubiera tomado esa escena fuera del contexto, alguien podría haber creído en un monstruo terrible, o en un torbellino. El sonido semejante al de un trueno, un saurio auténtico que aulla por su derrota.
Antes, un rechinido muy breve, una llanta que se consumió a la velocidad del rayo, dejado el acero en contacto directo con el asfalto.
Antes, un parpadeo inoportuno. Una carretera en la que se han salvado algunos pesos que pagarán la primer colegiatura en la UDLA, para el próximo junior Rivadeneira.
Al principio, un cuervo escondido en la oscuridad.