Del infinito

De chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche.

Borges, El Aleph

Múltiple, dos espejos que se ponen uno frente a otro y reproducen sus bordes, cada vez más pequeños, pero exactos e infinitos, como en un fractal. A ese fractal se le da forma de esfera: lo forman infinitos espejos que son del tamaño de lo que no se puede medir; éstos están arreglados para reflejarse en los (otros) infinitos espejos que están repartidos sobre la completa superficie del universo. ¿Se obtiene un Aleph?
Y no es culpa mía, es el argentino el que me hace pensar en las cosas imposibles. Él mismo adivierte: “Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: la enumeración, si quiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.”*
“Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde,”. Para iniciar el despliegue terrible de las imágenes, convoca un signo de lo inabarcable. Y continúa: “vi las muchedumbres de América,”. Luego entrega el símil que recuerda el contenido dentro de un contenedor y la correspondencia: triángulo-triángulo, que tal vez pudo ser cualquier otra figura euclidiana, pero que sirve para advertirnos de la presencia dentro de la presencia (idea fundamental del fractal): “vi una plateada telaraña dentro de una negra pirámide”. No podía faltar el laberinto (sería apropiado preguntarse si habrá inteligencia capaz de desvelarlo): “vi un laberinto roto (era Londres)”, y el escrutinio simultáneo, que agrega incomodidad “vi interminables ojos escrutándose en mí como en un espejo”, la posición de observador absoluto, no tan sólo por el hecho de verlo todo, sino por no ser visto: “vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó”, ya encajados en el arreglo geométrico, ya establecidas las reglas del juego, empieza la enumeración que introduce lo poético y lo singular, lo literario: “vi en el patio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos” y nuevamente el fractal: “vi racimos, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena”, y muchas más enumeraciones que no conviene acotar, pues ha quedado satisfecha la imaginación.

*Todas las secciones entrecomilladas, han sido tomadas del Aleph, de J. L. Borges

2 anotaciones motivantes:

beno dijo...

oh sí!! pinche borges me caga por mamador!!! no mames se pasa de verga, me tardo varias horas en cada cuento y siempre le encuentro algo nuevo, chale, es una mamada eso, cómo lo logra??? con antecedentes de ese calibre nadie se puede sentir seguro de lo que escribe... snif!!

Nico dijo...

“vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó”.
Esa frase me caló hondo. Tal vez he leído mal el contexto, he interpretado de forma érronea, pero esa frase me quedó grabada en mi mente...
Borgues, nuevamente me sorprende.

Pd: Gracias por tu visita.