¡PHUUUUUUUUUUUTA MADREEEEEEE!

Ejem... dispense el lector la efusiva bienvenida. Otra no podría ser más prudente.
Sí, pero que no se malentienda, que no se trata de un insulto a la presencia del paseante; más bien es una invitación a asumir el mismo sentimiento -que compartido ha de ser más liviano-
¡ME ROBARON EL CELULAR! Sí, como lo leyó. Por fortuna ni cuenta me di (algo de afortunado hay en eso, ¿no?).
Yo en el camión, distraído, los nervios en ascenso por cierta demora, supervisar al primo que dejaron al cuidado, gente, gente moviéndose, gente parada y acercándose a la salida, yo prendido de un tubo, y más gente, mucha gente -algo de mí se siente satisfecho de que bajen-, olvido el roce, lo siento con tanta inocencia, finalmente puedo tomar un lugar, me siento dichoso, acomodo al primo, miro la venta, miro también a los desamparados que no alcanzaron lugar... entonces... ¡zas! Simplemente contemplo el vacío, lo palpo incrédulo. Miro al resto de los pasajeros... ninguna esperanza... ¡se ha ido!
Varias cosas pasaron por mi cabeza, como mandarle al nuevo dueño algún mensaje amenazador (mi mente se encabalgó tanto que creí que a través de insistir y utilizando todos mis dotes lingüísticos lograría persuadir al ladrón de devolver la prenda -ayyyyy, ¡tonto de mí!). Lo dejo a consideración de quien esto lee... Mi antiguo número: 2491092589. Dedíquensela al ladrón: PHUUUUUUUUUUUTA MADREEEEEEEEE!

1 anotaciones motivantes:

Sybila dijo...

Pues, mándele un mensaje que diga:

Sé lo que hiciste el robo pasado!!!!

Hay Leo, por lo menos, no te tortearon... (cualquier quemada parecida a la realidad... es pura ficción bloguera)