Fenny Kirjem o el placer de la distorsión

Tanto si es un anagrama para esconder un nombre verdadero, como si se trata de un sombrero verde, el disfraz siempre termina convirtiéndose en un alternativa para el divertimento. Nos encanta mostrarnos a medias -la dinámica del juego reside en eso que "casi es"-. El placer de la expectativa, de lo distinto, nos fascina. A veces también nos desagrada. Ahí está la esencia de fondo, porque el disfraz siempre es una incertidumbre, no sólo para los que lo contemplan, sino también para el que lo porta. A mí me toca cargar disfraz todos los días: lo llevo en mis buenos modales, en algunos de mis gustos musicales públicos, en mucha de la ropa que escojo y me mido en cualquier centro comercial, en mi sonrisa inextinguible, hasta en mis buenas notas. ¿Con qué fin? ¿De qué tipo es tu disfraz?

3 anotaciones motivantes:

Mme. Carroll dijo...

Mi disfraz es muy similar al tuyo. Escondo que odio. Escondo que tengo miedo. Maquillo mis opiniones. Me visto como es permitido y digo lo que mi limitado disfraz me permite. Soy mujer... o así me veo pero a la vez el vernos así no es lo que nos convierte en mujeres y quizá la mujer sea en esencia como soy sin disfraz y no como busco verme. Pero sí. Todos simulamos. Somos barrocos (e hipócritas con nosotros).

Sybila dijo...

...El disfraz que me puse estaba equivocado. / Pronto me tomaron por quien no era, y por no desmentirlo me perdì./ Cuando quise quitarme la màscara estaba pegada a la cara. /Cuando la quitè y me mirè al espejo ya habìa envejecido.


Tabaquerìa, Pessoa



...Y luego no entienden, porque recuerdo sus ojos deteniendo mi lectura en un parque de Balderas...

Un saludo

beno dijo...

Mi disfraz es de luchador, arrgghh! (y de abogado) y me puse a pensar que me parezco a un personaje de Taibo II en Amorosos Fantasmas que por cierto me caía mal, chiales!!