Y primero fue el verbo (pt. 2)

Fenicios, los cuales se instalaron en el litoral y fundaron hacia 1100 a. de C la colonia de Gadir (Cádiz). Ellos fueron quienes le dieron nombre a Hispania, que significaba “tierra de conejos” [el nombre evolucionó a España, por el cambio de i a e, y por la unión de la n con la i, para dar la ñ].
Griegos, quienes influyeron directamente en la formación del español hasta que los romanos empezaron a adoptar muchos de los vocablos de su lengua por una especie de esnobismo (por ejemplo, la palabra caballo, que en latín era “equus”, fue sustituida por “caballus” del griego), pues es bien sabido cómo quedaron impresionados por su cultura [¿alguien puede constuir una máquina del tiempo que me lleve a conocer a Sócrates? ¡Por fas, por fas!].
Cartagineses, enemigos de los romanos, quienes quisieron adelantárseles en la conquista de la Península, a través de Asdrúbal [quien, de hecho, había firmado con los romanos el tratado de Ebro, según el cual reconocían los primeros la soberanía cartaginesa al sur del Ebro] y Aníbal [de quien es bien sabido, a través de las Décadas de Tito Livio, que odiaba a los romanos desde su juventud] durante las guerras púnicas, pero no lo consiguieron.

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